Reflexiones

EL ARTE DE VIVIR CON FLORES
REFLEXIONES Y PENSAMIENTOS
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POESÍA
INSTANTES

9 de junio de 2015

Mi ciudad




Mi ciudad es inquieta e inconforme.
El sol y la lluvia compiten por el liderazgo y las flores temerosas se refugian
Agoniza y resucita varias veces al día, entre el caos del tráfico y la intolerancia de sus gentes.
Dicen que es atractiva porque se la pasa de rumba en rumba todas las noches, mientras el alcohol se deleita matando neuronas.
Perdió su belleza hace mucho tiempo y tiene la cara agrietada y manchada.
Malgastó su sensualidad a punta de estar acompañada de edificios mal concebidos.
La tala de su cabellera verde es una constante que permite se vea más grotesco su maquillaje.
Sin embargo, me gusta mi ciudad; es déspota, políglota, golosa, temperamental, no cede ante el maltrato. Sigue campante y orgullosa de lo que fue y tiene cierta envidiable dignidad.
Cuando viajo, extraño su olor, el amanecer y los pájaros, las granizadas, los ruidos callejeros y el desconcierto urbano; así lo llamen, arte callejero.
Yvette Ruben A


















8 de junio de 2015

Mi verdadero ser


La vida ha sido cómoda para mi
pero difícil en algunos aspectos.
Siempre vi más allá que los demás y mi interior
cuestionaba permanentemente todo mi entorno.
No me ubicaba en ese mundo ya existente y
programado en el que tenía que estar; no era
auténtica ni sincera conmigo misma.
El temor, no me permitió desplegar alas y volar
a otras tierras que intuía eran diferentes y sin 
ninguna similitud con la cultura y costumbres
con las que que convivía.
Me acomodé a las circunstancias, llevando conmigo
el fuego interno de ir más lejos, a donde mis instintos
me llevaran.
El amor ata y es por eso que estoy aquí, consciente
de que no existe el destino, todo es una cuestión personal.
En este momento, intento vencer el temor y verme reflejada en todos mis actos.
Espero lograrlo y llegar a la meta desconocida;
mi verdadero ser.

Yvette Ruben Alfandary



4 de junio de 2015

Ciudad sin nombre, un cuento

Aterrizando

Ciudad sin nombre, un cuento


Le dicen La Caldera del Diablo porque alguien le vendió sus tierras al Diablo y a él no le gustaba el color verde y la convirtió en edificios de cemento. Luego le puso seres humanos que
se convirtieron en robots, que tuvieron robóticos.
Fueron domesticados y ahora no saben quienes son.
Llega mucha gente a visitar y se maravillan con las luces de neon y el ruido.
Aturdida, voy de un lado a otro buscando una simple
palmera, pero nadie sabe que es eso; hablan otro idioma.
Yvette Ruben A

In memoria