Todavía
existen personas que aman y cuidan la naturaleza.
Que escuchan
el cantar de los pájaros y que ruegan por
el silencio.
Todavía
existe quien se extasíe por una flor, por el trino constante de los pájaros, o
por cascadas que en su recorrido, acarician piedras monumentales.
Comer en
vajillas de barro, sentarse a contemplar el infinito,
respirar el
aire puro que aún queda en rincones remotos y es el caminante, quien nos dice
por dónde seguir la ruta.
El tiempo no
existe, que más da si es diez o cuarenta minutos,
lo importante
es llegar.
Imposible
quedarse; nostalgia de partir.
Cómo llevar
en el alma lo visto, lo palpado, lo vivido?
El color
verde de los cactus, las enredaderas buscando la energía del sol,
la bruma del
atardecer y la frescura mañanera, el alucinante viaje a las galaxiascon
Danielle y sus cuencos en percución.
Quisiera
atraparlo todo, llevármelo en la piel, vivir con el blanco
óptico de las
casas y sus puertas de colores primitivos.
Cómo olvidar
lo que nos llena de vitalidad, la gente que todavía no conoció la maldad ni la
mentira?
Cómo olvidar,
si ya quedó gravado en mi alma.
Yvette Ruben
A
Saliendo de la ciudad
La hospitalidad de nuestros anfitriones
El pueblo y sus habitantes
Gracias a Carlos Alvarez que con su paciencia y amabilidad me guió y enseñó acerca de la cultura y esencia de este pueblo maravilloso, como lo son sus habitantes.