De nuevo unos días a la orilla del mar,
el tiene todas las respuestas a mis
inquietudes.
Conoce la luz y la sombra, sabe que
ninguna puede existir sin la otra.
Me gusta al amanecer o atardecer,
cuando se encuentra solo y pensante,
no soporta perder su intimidad ante
los que invaden su tranquilidad.
El mar no duerme, solo descansa
y piensa.
Mar y cielo, los dos infinitos.
