El amor en todos los tiempos

El amor en todos los tiempos es igual;

loco, irracional y autista.

Es divino ver a los enamorados reunirse

en el malecón a compartir el calor del cuerpo,

sin vergüenzas ni prejuicios.

Esa es mi Cartagena, con nombre de mujer

hermosa y sensual, donde el amor aflora

a medida que la temperatura sube buscando  ya

el atardecer.

Yvette Ruben A

Atardecer

El arte trasciende

Y está el arte que trasciende todo. 

Nacen nuevas tendencias y las miradas se acostumbran

a las diferentes propuestas, no conocen

otra cosa.

La vida continúa y el desarrollo es inminente, ojalá, con prudencia y respeto por la naturaleza. De lo contrario, terminaremos viviendo como pájaros, pero sin su libertad; encerrados en jaulas de oro.

Yvette Ruben Alfandary

Marlenys

Marlenys

Nació en Aracataca y vive en Cartagena desde los 7 años.

Ama la ciudad y no cambia su vida porque es feliz aquí,

con su esposo y cuatro hijos.

Se levanta al amanecer con entusiasmo y desea trabajar y

vivir, “porque esta ciudad tiene la mejor energía”, dice.

Marlenys, tu rostro, absolutamente hermoso y radiante,

refleja todas tus palabras y la alegría de tu corazón;

te podrías llamar, Felicidad.

Gracias por esa lección de vida y de amor a la vida y

como bien lo expresas, a pesar de las dificultades que existan.

Yvette Ruben Alfandary

De nuevo en Cartagena

De nuevo en Cartagena, la ciudad en donde debí nacer.

Me gusta su luz, su gente,  el tiempo que no pasa.

Aquí, el invento detestable de la jornada continua no existe,

porque el calor  adormece, así se esté frente a un mostrador

de almacén o recibiendo el sol en plenitud.

Tardes de brisa fuerte y cálida, de pájaros en los balcones,

de noches para tertuliar y tomar un café, la rumba sana

y el amor a oscuras.

Esta Cartagena que tiene el hechizo de nunca olvidarla y

siempre querer volver para descubrir lo mismo pero verlo diferente.

No pierde esa cualidad de asombrar como si fuera la primera vez.

Yvette Ruben Alfandary

La razón

Si el rostro es obediente y se deja modelar

y hermosear como manda la razón,

es vergonzoso que la razón no se deje

modelar ni hermosear por sí misma.

Marco Aurelio