Mientras hago mi estiramiento matutino,
observo las nubes y me pregunto;
¿Están las nubes en las nubes
o tal vez nos vigilan y conocen nuestra vida?
¿Tienen alma y espíritu?
Y por qué no; pienso y lo medito.
Cambian de ánimo cientos de veces,
de color, de forma, de sitio y de todo.
Parece, que nos parecemos…
Aparentemente, no somos tan especiales.
Esa soberbia que cargamos con orgullo,
es la que las motiva a llorar, a oscurecerse
y estar tristes al conocer nuestra desorientación.
Tal vez, sea un buen motivo
para renovarse al saber,
que en la vida existe
algo más que la convicción
de creer que somos “únicos”
Muy bueno
ResponderBorrar