Me acostumbro a escribir
sin inspiración.
Se siente fresco, ágil y relajado.
El qué decir o el qué dirán, ya no importa.
Lo que me impulsa a hacerlo,
es el musical sonido de las teclas
como si escribiera una partitura.
Claro que hay intrusos que se cuelan
en este tejido de palabras
sin orden ni tema.
Como la pesadilla que anoche soñé
y la felicidad al despertar y saber
que no era realidad.
Y aunque la realidad a veces parezca
una pesadilla, qué delicia olvidarse
del afuera y sus ruidos,
de tanta desinformación y ansiedad,
de tanta oferta de sabores y olores.
Muchas veces es agradable salirse del circo
aunque haya sido “el gran” espectáculo.
Y aquí estoy, descalza y sin adornos,
disfrutando del regalo que me doy.
Bienvenido a compartir éste, mi mundo…
Yvette Ruben
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