Sentada en mi banco en el jardín,
pensaba sobre la edición de hoy
y de repente, cayó el atardecer.
Una cálida brisa rodeo mi cuerpo
y con extrañeza, vi la luna aparecer.
Estaba nuevecita, como si la acabacen
de inventar.
Llegaron tambien los aromas del jasmín
y de los geranios en flor.
Y así sucesivamente, fueron llegando
todos ellos, mis compañeros de fantasías.
Flores parlanchinas, pájaros gruñones
y la noche queriendo comerce el día.
Me invadió el cansancio de una tarde
de verano tempranero y dormida me quedé.
Así que, hoy es ayer y mañana será otro día…
Yvette Ruben
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