Hombre,
no es el fútbol,
ni tu imperiosa necesidad
de mostrarte invencible.
Tampoco tus silencios prolongados
ni la indiferencia a mi presencia.
No es ser fuerte, ni contener una lágrima.
Es la falta de unos “buenos días amor”,
de escucharme cuando lo necesito.
Comprender la labor cotidiana.
Es la magia de hacerme sentir la
reina de tu vida.
Son las caricias al alma,
la mano que aprieta,
el abrazo que une.
Es desnudarme con tu mirada,
desearme en todo instante.
Debes saber que el cielo es poco
si me permites amarte como mujer,
no como esposa y madre.
Estos son títulos, no sentimientos.
Y por favor, que sea a todas horas
y a deshoras,
porque ser mujer, es ser vida.
YvetteRubenA
¡PRECIOSO!
ResponderBorrarGracias José María, siempre atenta a tus comentarios.
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