Me tienes en tus manos
y me lees lo mismo que un
libro.
Sabes lo que yo ignoro
y me dices las cosas que
no me digo.
Me aprendo en ti más que
en mi mismo.
Eres como un milagro de
todas horas,
como un dolor sin sitio.
Si no fueras mujer fueras
mi amigo.
A veces quiero hablarte
de mujeres
que a un lado tuyo
persigo.
Eres como el perdón
y yo soy como tu hijo.
¿Qué buenos ojos tienes
cuando estás conmigo?
¡Qué distante te haces y
qué ausente
cuando a la soledad te
sacrifico!
Dulce como tu nombre,
como un higo,
me esperas en tu amor
hasta que arribo.
Tú eres como mi casa,
eres como mi muerte, amor
mío.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario