El ambiente sombrío del espacio, no armonizaba con el bullicio y la actividad de las calles en la ciudad. Tampoco tenía los colores del amor ni la pasión.
Reinaba una indiferencia absoluta, madre de la insensibilidad.
“Aquí nace el amor, el arte, la literatura, la vida.”
Fueron sus primeras palabras dichas con una voz grave, pero dulce y con gran sentimiento.
Al momento, como en un cuento de hadas, la penumbra se convirtió en una noche de luna y estrellas, todo era esplendor.
Ya no había espacio ni ruido.
La pasión, como una hiedra, se enredó en el ambiente.
El lenguaje del amor era silencioso a fin de escucharse a sí mismo.
El tiempo perdió autoridad. Todo era una continuación de sensaciones nuevas e indescriptibles.
El deseo, tan insaciable a veces, quedó en el aire.
Osaría algunas veces salir de mi sepulcro para ir a las sesiones de jazz nocturno de París, donde asimilando por los colores, reflexionaría acerca de ellos en frente del fuego. Yo podría ser visto caminando a través de un pasillo fúnebre de mi casa, y descendiendo por una oscuro espiral de escarpadas escaleras; acometiendo clandestinamente a Montmartre, impaciente por ver los rubíes ardientes del cruce del Moulin Rouge. Vagué por ahí, luego compre una entrada para observar el delirio frenesí de plumas, vulgares labios pintados y pestañas negras y azules. Pies desnudos, muslos, brazos, y los pechos se arrojaban sobre mí a través de espuma roja-sangre de ropas translúcidas.
Los tuxedos y las narices torcidas vestidas en chalecos blancos y pañoletas que llenarían el pasillo, con sus manos plantadas en los bastones. Entonces me hallé a mí mismo en un pub, donde los licores eran servidos en un féretro (no en una mesa) por el mismísimo diablo: «bébala, desgraciado!» Habiendo bebido, volví bajo el cielo negro dividido por las franjas llameantes, con las cuales las agujas radiantes de mis pestañas marcaron. Delante de mi nariz una corriente de bombines y velos negros seguían su pulsación, espumeando verde azulado y naranja cálido de las plumas que llevaban las bellezas de la noche: para mí ellos eran todos uno mismo, pues tuve que cerrar mis ojos por la insoportable radiación de las lámparas eléctricas, cuyas agitadas llamas estarían bailando debajo de mis párpados nerviosos por muchas noches por venir...
Me hubiera gustado ser actriz, personificar a otras mujeres que lo más seguro, están dentro de mi.
Desfilan por mi mente imágenes de diferentes épocas y situaciones.
Ellas me hablan, me seducen y me impulsan a salirme de mi.
Ser la protagonista de muchas historias en una misma película, la de mi vida.
Una vida intensa per sé, plena en caracteres que cumplen a cabalidad su papel.
Qué tan bien, no lo sé.
El guionista es mi mente, siempre buscando, siempre encontrando.
Vestida en sedas o terciopelos, brocados o linos; de alguna manera el personaje llegará y entraré en éxtasis, en un estado profundo, casi de levitación…
Debe ser fascinante entrar a un teatro y sentarse en primera fila a mirarse, estar frente a frente ante tu propia esencia.
Ver como amas, de qué manera caminas o te mueves.
Sorprenderte y descubrir si te gustas, si podrías llegar a amarte como otros lo hacen, si te darías aplausos.
Soñar que con el pasar de los siglos permanecerá allí el fantasma de tu ser. Tu aureola.
Ingrid Bergman (29 de agosto de 1915 - 29 de agosto de 1982) fue una actriz sueca. Es la única actriz hasta el momento en conseguir 3 Óscar (sólo superada por Katharine Hepburn con cuatro estatuillas) y 5 Globo de Oro ademas de haber sido la primera ganadora del Tony (Antoinette Perry Award) por su labor en teatro en Broadway. Considerada como uno de los Mitos del Séptimo Arte y según la lista realizada por el American Film Institute, es la cuarta estrella más importante en la historia del cine (siendo las tres primeras Katharine Hepburn, Bette Davis y Audrey Hepburn). Es probablemente una de las actrices más prolíficas del siglo XX, habiendo desarrollado su carrera en cinco idiomas (sueco, alemán, inglés, italiano y francés), actuando en cine, teatro y television en Suecia, Alemania, Estados Unidos, Canadá, Italia, Inglaterra, Francia, España e Israel.
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Isadora Duncan
Durante su etapa londinense Isadora, siempre inquieta y autodidacta, pasa largas horas en el Museo Británico. Le fascinan las expresiones artísticas de la Grecia clásica, y muy especialmente los vasos decorados con figuras danzantes. De ellas adoptará algunos elementos característicos de su danza, tales como inclinar la cabeza hacia atrás como las bacantes. Es en esta época cuando comienza a consolidarse el estilo único de Isadora. Se trata de una danza muy alejada de los patrones clásicos conocidos hasta entonces, incorporando puestas en escena y movimientos que tenían más que ver con una visión filosófica de la vida ligada quizá al expresionismo (línea de pensamiento artístico incipiente por aquella época), y por tanto a una búsqueda de la esencia del arte que solo puede proceder del interior. Wikipedia
Es cierto que Sarah Bernhardt poseía un ataúd y que solía dormir dentro de él. Existe la leyenda de que se lo compró un amante aficionado a lo macabro, pero la realidad es que lo compró ella misma, ya que sentía una fascinación especial por los temas fúnebres. Llegó incluso a dejarse fotografiar metida en un ataúd y haciéndose la muerta. Las fotografías se comercializaron y tuvieron un gran éxito. Hoy en día todavía se pueden encontrar en mercados de antiguo o en colecciones privadas.
Toda su vida sufrió miedo escénico. Cuando tenía un estreno importante o se sentía bajo presión le daban ataques de pánico escénico. Afortunadamente para ella, el tipo de miedo que sufría la hacía actuar con nerviosismo y poniendo una voz aguda. Cuando llevaba un rato en escena, el pánico cedía.
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Greta Garbo
Nacida en Södermalm, barrio humilde de Estocolmo con el nombre de Greta Lovisa Gustafsson, se convirtió en el principal mito del Séptimo Arte. Su precoz retiro con apenas 36 años contribuyó a engrandecer la leyenda de la Garbo.
El American Film Institute la considera entre las cinco mejores estrellas en toda la historia del cine. Fue conocida con los apodos de «La divina» y «La mujer que no ríe» debido al rictus serio de su rostro, sólo interrumpido en una escena de su memorable filme Ninotchka donde suelta sorpresivamente una carcajada. Esta excepción hizo correr ríos de tinta en los periódicos con el titular «La Garbo ríe».
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Palabras al viento...
Quisiera recoger las palabras que el viento se llevó.
Ubicarlas de nuevo en su sitio.
Analizar su verdadero significado.
Las diría quizás, en otro tono de voz y en el momento oportuno.
Sería más prudente y en algunos casos, mas generosa.