Soy
tradicional y leal, pero estoy inquieta; mi nave espacial se actualizó y
luce
esplendorosa, maquillada, orgullosa de su aspecto, del rubor en sus mejillas, de su cuerpo
robusto y firme pero…ya no nos entendemos, habla otro idioma.
Me
tomará unos días comprenderla, seducirla quizás, no hay alternativa.
Por
esta razón, estoy parca y demasiado sobria.
Saldré
adelante, estoy convencida y por eso, le dedico esta canción.
Se casó dos veces con el mismo hombre. La segunda, en la
juventud de la vejez, como dicen ahora.
No supoen qué momento se enamoró y compró el Universo para
llevarlo con ella a donde fuera.
Era su vida, su sentir, y en él habitaba su
alma.
Cuánto amor había, no se sabe, no
calificaba en el mundo de
la razón.
Descubrió que existía el sol, la luna y
las estrellas,
los mares y las montañas.
Siempre de blanco, caminaba descalza
sobre la tierra, buscando
el camino, descubriendo atajos, quebradas
y bosques desconocidos
por el hombre.
Eran dos cuerpos en uno y una sola piel,
con perfume de eternidad y deseos infinitos.
Él, no se cansaba de mirarla, de buscar
en los rincones de su alma,
de acariciar su belleza.
Quería hacerla eterna y a la vez
inalcanzable, para seguir luchando
en conseguir su amor. Así, navegarían por
el espacio, recorrerían
galaxias y tocarían el cielo con las
manos.
Qué tanto tiempo vivieron así, nadie lo
sabe. Dice la leyenda que en las noches de luna llena, se ven sus siluetas
reflejadas en ella, tomados de la mano y del amor.