Entrando la primavera,
el sol invadió furtivamente todos los rincones de mi casa
e inclusive el de mi alma.
Estaba radiante y vestía su mejor traje dorado.
Traía en sus brazos un manojo de flores,
del color de su traje y de su fuego interno.
De ésta manera, hoy comenzaré a caminar
por un sendero tapizado en oro.
Será la ruta del amor, a mi manera...
La editora
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