Fuerzas ajenas nos obligan a tener
un año sabático.
La experiencia no es tan mala como parece,
pues eso de vivir sin pronósticos ni metas por cumplir
es volar como gaviotas sobre los cielos, sin rumbo fijo.
Al comienzo desorienta y luego,
se entiende que no hay necesidad
de horarios ni fechas en el calendario.
“Cuando el amor, llega así de esa manera
uno no se da ni cuenta”
Claro está, que se necesita un orden mundial,
pero al descubrir que copabas todo tu tiempo
en cosas innecesarias, es un aleluya!
Se cambió la vida, hay nuevos paisajes y sabores,
adivinar sonrisas, descubrir voces y la sutileza
de “Un gato en el tejado caliente”…¿Virginia Woolf?
Y eso que tus amistades sean el reciclador,
el vendedor de aguacates, el esperado ruido
del arranque del carro, la insistencia de un martillo
del vecino y el placer de escuchar desde la calle
a las tres de la tarde los hermosos boleros del grupo PIACERE,
es otro aleluya!
¡Bienvenida la vida!
La Editora
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