La ciudad está quieta
después de una noche de reflexión.
El descanso reemplaza la ansiedad
del encuentro familiar,
de los augurios de paz
y de los deseos para el año
que se aproxima sin pronóstico.
El silencio llama a pensar
y adivinar lo que vendrá.
Pero la vida sigue en la manera
que sepamos seguir
los dictados del corazón.
La razón exige, el amor entrega.
Regalemos gratitud simplemente
por estar y poder expresarnos.
Y pensemos en aquellos
que despiertan con sufrimiento
porque la felicidad no los encontró
en su camino.
El amor, está en el aire…
Yvette Ruben
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