Inesperadamente recibí la visita
de un gato color blanco porcelana,
ojos claros y pelo sedoso.
No imagino cómo entró,
lo encontré entre mi ropa íntima,
quizás lo sedujo el perfume de mi historia.
Decidió pasar la noche entre sedas y linos
y no hubo esfuerzo que pudiera sacarlo de allí.
Al día siguiente, entre mimos
y un poco de leche tibia, lo conquisté a salir
para que buscara su libertad y su hogar.
Tomé las imágenes que pude en su esfuerzo
para encontrar la salida.
Después de unos momentos,
regresó a inspeccionar dónde había estado.
Me temo que su visita será asidua,
se ha enamorado del aroma de mis prendas,
de mi hermoso jardín
y su aroma hogareño…
Yvette Ruben
Subiendo al Trono
Reconociendo el Reino
Midiendo
sus huestes
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