A veces la mente se detiene
como un viejo reloj cansado de su oficio.
El embrollo, es que ella no puede
ir al relojero a cambiar las pilas.
Y así, sin ninguna obligación precisa,
busca disculpas mientras espera impaciente
el brote de una idea
que salga como un respiro.
La espera, es un nudo que aprieta
y está por desatar.
Quizás se esconde por alguna razón
o tal vez, no exista.
¿Dónde estás me pregunto?
¿Por qué razón te paralizas?
Yvette Ruben
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