Ella no quería vivir como esas personas
a las que no les duele nada
y caminan por la vida con aire de superioridad.
a las que no les duele nada
y caminan por la vida con aire de superioridad.
Su cuerpo obedecía al lado izquierdo del
cerebro donde reside el amo razonable
y castigador que permanentemente
le habla y dice: no hagas esto, tampoco lo otro,
no te des placer y nada de diversiones.
Hay que ser razonable, justo y sereno.
Y ella, como en una larga procesión,
llevaba una única vestimenta; una cola
confeccionada en telas de sedas luminosas
y brillantes.
En su propio mundo, era una reina.
Caminaba kilómetros con un andar
pesado y rígido.
Al tiempo, en su interior había un volcán en erupción.
La historia no termina y quizás apenas comienza.
Será ella capaz de arrojar toda su poesía
y derrochar el fuego interno hasta convertirse
esta vez de verdad en el Ave fénix?
Será que Ikarus tiene razón y sus alas son
de fuego?
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