Me sorprendió una arboleda
donde un sin fin de aves
volaban en alegre trino.
Azulejos, federales, mirlas,
picaflores, petirrojos,
golondrinas y tantas otras
por mi desconocidas.
golondrinas y tantas otras
por mi desconocidas.
Algo pasa, me dije.
Por qué la fiesta,
es que acaso estoy
en el paraíso?
Alucinada me entregué
acompañando su euforia y gorjeos,
como si en cada aleteo
llevasen un poco de mi alma.
Qué dicha compartir con ellas
la libertad de los cielos
y la inolvidable experiencia
de sentirme ser
un ave en pleno.
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