Cuenta la
leyenda, que el rey tenía un ave hermosa,
de plumaje en
colores brillantes y sedosos.
Era celoso y
egoísta, la exhibía en sociedad como una joya
muy preciada.
El ave,
resignada, sonreía complaciente aunque su alma permanecía sola, siempre
esperando algo desconocido
que la sacara
de su estado moral.
Un día, llegó
a la comarca un joven sencillo, sin lujosas vestiduras.
Lo único que tenía de
valor era su alma; sensible
y amorosa.
Posó sus ojos
en ella y quedó fascinado con el brillo que emanaba su presencia.
Todos los
días la pensaba y solo una vez a la semana se atrevía a acercarse al
palacio con el pretexto de alimentarla.
Ella comenzó
a esperar ese día con inquietud.
Sus ojos
brillaban aún más que el plumaje; la ansiedad la delataba, iba de un lado a
otro sin razón.
Con el
tiempo, nació el amor y un día, no se sabe cuando, voló muy alto sin regresar
jamás.
Nadie supo
que la aguardaba un nido hecho con hilos de seda y oro, y el amor que nunca
conoció.
Moraleja:
aprecia lo que tienes o alguien lo hará por ti.
Yvette Ruben A
No es un cuento, en la realidad sucede muchas veces.
ResponderBorrarPor ello, es más preciado lo que se pierde que lo que se puede hallar.