Querida
Ana Mercedes;
quisiera
robarle bonitas palabras al viento
para
decirte cuanto te extraño.
Cómo no
extrañar tu rebeldía y tu hablar
consecuente
e inconsecuente a la vez.
Cómo no
extrañar las hermosas historias
que me
relatabas antes de llevar tu pincel
al
lienzo, cuando todavía eran figuras y formas
que
salían a tropel de tu cabeza.
Como no
extrañar lo inolvidable; ese descarado
reto
hacia la vida que te acompañaba siempre.
Fui tu
oyente cuando más lo necesitabas, antes
y después
del éxito.
Tus palabras,
tu concepto sobre la verdadera amistad
eran tan
firmes, como la fuerza de tus manos cuando
te
enfrentabas a la tela en blanco.
Curiosamente,
siendo amigas incondicionales, nunca
te dije
Anamer.
Para mi,
eras Ana Mercedes.
Te llevas
de mi uno de mis mundos, aquel
en donde
se decía todo y primaba el humor y el afecto.
Algo me
queda, es verdad. El privilegio de haber tenido tu amistad y la compañía de tus
girasoles, lagunas, atmósferas…
La vida
sin ti, tendrá otro color.
Tu amiga
Yvette
Ruben
Si bien fue grande como artista, mucho mas grande fue como persona
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