Los regalos
llegaron desde la madrugada, cuando
los pájaros
cantaban y el amanecer sonreía
bajo la
lluvia.
Fueron muchos
y la casa se perfumó
con el aroma
de las flores que no cesaban de llegar
y al tiempo,
la música entraba por el balcón.
Los regalos
virtuales, directo al corazón, otros,
con
envolturas en papel hecho con hilos de oro.
Al atardecer,
el sol me regaló un pedazo de su ser
y la luna,
una promesa de amor.
Fui a dormir
sabiendo que esto solo estaba
en mi mente y
sonreí.
La vida, es
una fantasía.
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