Árboles
vestidos de liquenes como ancianos
de barbas
largas, cargados de sabiduría, vigilan
la casa día y
noche.
Sus siluetas
bailan con el viento y me remontan
a los cuentos
de antaño, de duendes y fantasías.
Con su apariencia de siglos, son el legado de alguien que cumplió a cabalidad sus sueños.
El tejado y
las chimeneas recuerdan tiempos con mañanas y atardeceres fríos, invitando al
recogimiento.
Los arcos de
la terraza, enmarcan lo que quizás fueron
grandes
salones de encuentros y festejos.
Se respira
paz y perfume de azahares cuando los naranjales
florecen al
caer la tarde y los verdes se tornan dorado añejo.
Hay algo
sorprendente y amable que atrapa los sentidos que hace no desear salir del
encanto.
Los años no
logran borrar las huellas de un pasado
en el que la
vida transcurría en paz con la naturaleza y su
hermoso
lenguaje.
El arte de
vivir.
Yvette Ruben
A
Espectaculares fotos. Se ve la magia y el encanto del artista.
ResponderBorrarQué belleza de cuento narrado en imágenes
Gracias Daniel por tu comentario y sensibilidad para
ResponderBorrarapreciar la belleza y la narración.
Preciosos paisajes y perfecta narración.
ResponderBorrarGracias José María, tus comentarios
ResponderBorrarson valiosos.