Es una
sensación extraña despedirse con tanta nostalgia
de una ciudad
a la que llegué como turista.
En este caso,
Buenos Aires.
Me sentí tan
a gusto como si hubiera nacido en ella.
Me identifiqué
con su cultura y costumbres que seguro,
en buena
parte, irán desapareciendo a fuerza de turismo y tecnología.
Los Porteños
conocen el arte de vivir, son amables, educados, serviciales y su hablar
melódico, es una constante poesía
Ciudad de colores
y matices, de músicos y poetas, artistas
del teatro,
de las artes plásticas, la literatura, del arte callejero,
del esquivo Tango.
El clima, más
que perfecto, me llevó a recorrer con libertad
las calles y
alejarme esta vez de los grandes museos.
Mi Buenos
Aires querido… es una verdad, siempre habrá
razones para
volver.
Publicaré por
temas el encanto de esta hermosa ciudad
que tiene
tanto para ver y disfrutar.
Yvette Ruben
Alfandary
Alvear Palace Hotel
No hay suficientes estrellas en el firmamento para calificar el arte de servir
como en el Hotel Alvear. Su refinamiento va a la par de la amabilidad y sencillez de quienes lo
atienden.
El ambiente exquisito y amable, se remonta a otras épocas de
nuestras fantasías.
Debo mencionar a Melina, Eliana, Matias, Pablo y Diego, en la L´orangerie, con desayunos
celestiales.
L´orangerie
Hernán en el acogedor bar, y a todo el equipo que hace de este
Hotel, un lugar para
soñar.
El bar
Continuará...
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